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Blockchain: cómo funciona y por qué cambiará el mundo

Blockchain: cómo funciona y por qué cambiará el mundo.

La tecnología detrás de Bitcoin podría incidir en cada transacción que usted realice

Por Morgen E. Peck

Nota del traductor: A raíz de las disyuntivas que han afrontado las criptomonedas durante el bienio 2016-2017 (en especial, Bitcoin y Ethereum: bifurcaciones obligadas y/o planificadas), el proceso de valorización y adopción de éstas ha concitado la atención de desarrolladores, inversionistas, geeks, cypherpunks, banqueros y académicos, no sin el sistemático cuestionamiento por parte de los grupos financieros ortodoxos.

Debido a que la propuesta tecnológica de fondo es la blockchain (cadena de bloques), una especie de libro mayor público, descentralizado, resulta oportuno disponer de un buen panorama que ilustre este proceso tecnológico disruptivo, que abarca ya el periodo 2009-2017.

Por ello, presentamos abajo la traducción del artículo panorámico, ilustrativo, recientemente publicado por Morgen E. Peck en IEEE Sprectrum: Blockchains: How They Work and Why They’ll Change the World. The technology behind Bitcoin could touch every transaction you ever make.

Para completar esta lectura, recomendamos a los interesados echar también un vistazo al reciente artículo de Arvind Narayanan y Jeremy Clark, titulado “Bitcoin’s Academic Pedigree. The concept of cryptocurrencies is built from forgotten ideas in research literatura”, que apareció en la revista ACM/QUEUE.

Estamos seguros de que la curiosidad de los lectores por el debate que tiene lugar en el mundo de las microfinanzas, las criptomonedas y la cadena de bloques, se incentivará. [Carlos Macías].


 

Bitcoin fue incubado como un acto de desafío. La criptomoneda nació a raíz de la gran recesión del 2009; sus impulsores la definieron como un antídoto contra la desigualdad y la corrupción del sistema financiero tradicional.

Tenían la creencia de que a medida que esta moneda paralela despegara, competiría y, en última instancia, desmantelaría las instituciones que habían provocado la crisis. El eslogan no oficial de Bitcoin, “Confiamos en la criptografía “, no dejó ninguna duda sobre quiénes eran los culpables: los intermediarios, los banqueros, los terceros “de confianza”; en ellos, en realidad, no se podía confiar. Estos seres humanos simplemente se interponían en el camino de otros seres humanos, deshaciendo ganancias y complicando las transacciones.

Bitcoin intentó sustituir los servicios prestados por estos intermediarios por el binomio de la criptografía y el código. Cuando suele usarse un cheque para pagar la hipoteca, una serie de acuerdos ocurren en el fondo entre cada institución financiera y otros actores, permitiendo que el dinero pase de su cuenta a la de otra persona. Su banco puede atestiguar que su dinero es bueno, porque mantiene registros indicando de dónde proviene cada centavo de su cuenta y cuándo se traspasó.

El hecho es que Bitcoin y otras criptomonedas reemplazan esos acuerdos y transacciones con software específico; una base de datos distribuida y segura llamada cadena de bloques (blockchain). El proceso con el que la propiedad de un fichero Bitcoin pasará de una persona a otra -dondequiera que estén, independientemente del gobierno en el que vivan- se confía a una red de ordenadores.

Ahora, ocho años después de que se construyó el primer bloque, la gente está tratando de aplicarlo a procedimientos y procesos que van más allá del mero movimiento de dinero con diferentes grados de éxito. En efecto, están preguntando: ¿qué otros acuerdos pueden automatizar una cadena de bloques?, ¿qué otros intermediarios podrían ser jubilados ante el empuje de la tecnología blockchain?

¿Puede una cadena de bloques encontrar personas que ofrecen paseos, vincularlos con personas que están tratando de ir a alguna parte, y dar a ambas partes una plataforma transparente para el pago? ¿Puede una cadena de bloques actuar como un repositorio y una plataforma de repetición para programas de televisión, películas y otros medios digitales, mientras se mantiene al tanto de las regalías y el pago de los creadores de contenido? ¿Puede una cadena de bloques monitorear el estado de los vuelos de una aerolínea y pagar a los viajeros una cantidad previamente acordada si sus aviones no despegan a tiempo?

Si es así, la tecnología blockchain podría desplazar (o mejorar) a Uber, Netflix y todos los proveedores de seguros de vuelo del mercado.

Esas tres aplicaciones propuestas no son hipotéticas, son sólo algunas de las cosas que se están construyendo en Ethereum, una plataforma blockchain cuyo software se ejecuta remotamente en un sistema distribuido llamado Ethereum Virtual Machine (EVM). En el universo de la cadena de bloques, Ethereum, que tiene su propia criptomoneda, llamada Ether, que es con mucho el proyecto más abierto a la experimentación. Sin embargo, si colocamos un zoom hacia el exterior apreciamos que una diversa colección de innovadores potencialmente disruptivos inunda la vista. Los nuevos grupos están lanzando esquemas de bloques casi diariamente. Y los titanes del mundo tecnológico no planean perdérselo: Microsoft ofrece a sus clientes herramientas para experimentar con aplicaciones de bloques en su nube Azure. IBM, Intel y otros están colaborando en una iniciativa de bloques de blockchain de código abierto llamada Hyperledger, que tiene como objetivo proporcionar la estructura para bloques empresariales. Mientras tanto, muchos de los bancos más grandes -las mismas instituciones añejas que los pioneros del blockchain trataban de neutralizar- han armado su propia versión de la tecnología en un intento por mantenerse a la vanguardia. E incluso Bitcoin, que se ejecuta en la primera y más exitosa cadena de bloques, se está adaptando para aplicaciones que sus diseñadores nunca han soñado.

Casi sin excepción, estos nuevos proyectos blockchain permanecen libres de la adopción masiva real. Ningún concepto blockchain o estrategia basada en éste, ha revolucionado todavía a ninguna industria. Bitcoin en sí es utilizado por no más de 375.000 personas en todo el mundo en un día determinado, de acuerdo con Blockchain.info. Pero el dinero de los inversionistas está entrando, y las propuestas flotan y chocan como placas tectónicas en una corriente caliente de bombo e intriga.

Cuando el manto se enfríe, ¿qué plataformas de cadenas de bloques persistirán y cuáles se hundirán lentamente bajo la superficie? Para hacer cualquier tipo de predicción, usted tiene que entender lo que es realmente un blockchain y lo que hace. El punto de partida, lógicamente, es el Bitcoin.

Cómo trabaja la blockchain. El ejemplo de Bitcoin

Ilustración: Nicholas Little

En 2009, un hacker anónimo (o grupo de hackers) que firmó como Satoshi Nakamoto dio a conocer la primera moneda completamente digital. La tecnología funcionó sobre el principio de que, en su base, el dinero es sólo una herramienta de contabilidad, un método para abstraer el valor, asignar la propiedad y proporcionar un medio para realizar transacciones.

El efectivo es el medio histórico para llevar a cabo estas tareas. Simplemente poseer el dinero físico -billetes, monedas- equivale a la propiedad, y corresponde a los individuos negociar transacciones entre ellos en persona. Mientras el efectivo sea lo suficientemente difícil de replicar, no parece haber necesidad de disponer de una contabilidad completa sobre quién ha sido el dueño sucesivo de las porciones de oferta monetaria, ni de los detalles de quiénes -por ejemplo- han sido los sucesivos titulares de un billete de 50 dólares desde que éste se imprimió.

Sin embargo, si se pudiera disponer de una tabulación vigente para ver a quién ha pertenecido cada billete, entonces de repente la representación física podría parecer innecesaria e insuficiente. De hecho, los bancos y procesadores de pagos ya han buscado incluir parcialmente la moneda física en registros digitales, mediante el seguimiento y el procesamiento de transacciones dentro de sus sistemas cerrados.

Bitcoin completó la transformación mediante la creación de un libro de contabilidad digital único y universalmente accesible, denominado blockchain. Se llama cadena de bloques porque los cambios se pueden hacer sólo añadiendo nueva información al final. Cada nueva adición, o bloque, contiene un conjunto de nuevas transacciones -un par de miles a finales de agosto- que hacen referencia a transacciones anteriores en la cadena. Así que si Helmut paga a Hendrieke un Bitcoin, esa transacción aparece al final de la cadena, e incorpora la transacción en la que Helmut fue pagado previamente con esa misma moneda por Helche, quien a su vez consigna el momento previo en que a Helche le fue pagada por parte de Halfrid…, y así sucesivamente.

La cadena de bloques de Bitcoin, a diferencia de los libros de contabilidad mantenidos por las instituciones financieras tradicionales, se reproduce en computadoras en red alrededor del mundo y es accesible a cualquier persona con una computadora y una conexión a Internet. Una clase de participantes en esta red, llamada mineros, es responsable de detectar las solicitudes de transacción de los usuarios, validándolas y agregándolas a la cadena de bloque como nuevos bloques.

La validación implica verificar que, efectivamente, Helmut posee los bitcoins en su transacción y que todavía no los ha gastado en otra parte. La propiedad en la cadena de bloque Bitcoin está determinada por un par de claves criptográficas. La primera, llamada clave pública, reside en la cadena de bloques para que cualquiera pueda verla. La segunda es la clave privada, y su propietario lo mantiene a salvo de la vista de los demás. Los dos tipos de clave tienen una relación matemática especial que las hace útiles para firmar mensajes digitales. He aquí cómo sucede: Helmut toma un mensaje, lo combina con su clave privada, hace algunos cálculos y termina con un número largo. Cualquier persona que tiene el mensaje original y conoce la clave pública correspondiente puede hacer algunos cálculos propios para comprobar que el número largo fue realizado con la clave privada.

En Bitcoin, las transacciones se firman con claves privadas, que corresponden a la clave pública más recientemente asociada con las monedas que se gastan. Y cuando la transacción se procesa, a esas monedas se les asigna una nueva clave pública.

Pero el papel principal de los mineros es asegurar la irreversibilidad de las nuevas transacciones, haciéndolas finales e inviolables. Se piensa que el método que usan para hacerlo es la contribución más significativa que Satoshi Nakamoto -quienquiera que sea él o ella- hizo al campo de la informática.

Garantizar la irreversibilidad sólo se hace necesario cuando se invita a todos y cada uno a participar en la validación de un libro mayor. Si la cadena de bloques de Bitcoin estuviera siendo gestionada por un solo banco con un conjunto de validadores que operan bajo una jurisdicción única, el modo de realización de las transacciones sería tan simple como la que se prescribe en la política de la empresa y, en su caso, sólo quedaría sancionar a quien no siga las reglas.

Pero en Bitcoin no hay autoridad central para hacer cumplir las reglas. Los mineros están operando anónimamente en todo el mundo -en China, Europa del Este, Islandia, Venezuela- impulsados ​​por una diversidad de culturas y están sujetos a diferentes sistemas legales y obligaciones reglamentarias. Por lo tanto, no hay manera de hacerlos responsables. El código de Bitcoin debe ser suficiente. Para ello, Bitcoin utiliza un esquema llamado prueba de trabajo y, con ello, asegura un comportamiento adecuado.

¿De qué manera la prueba de trabajo asegura la blockchain?

En primer lugar, vamos a ser un poco más específicos sobre el problema que los blockchains públicos están tratando de resolver con la prueba de trabajo. En esta red abierta, peer-to-peer, los mineros -quienquiera que esté ejecutando el código bitcoin- reciben noticias de transacciones y las recogen para crear un nuevo bloque. Lo están haciendo en competencia unos con otros, porque el primero en crear un bloque válido recibe un pago (en bitcoins) por ese servicio. Ante esta situación, ¿qué evitará que un minero elimine transacciones anteriores en la cadena de bloque después de haberlas agregado? Mientras que este tipo de reorganización no permite a un minero robar monedas, sí podría ser utilizado para gastar las mismas monedas múltiples veces. Por ejemplo, podría ir a algún comerciante inadvertido y pagar una taza de café con bitcoins. Si yo fuera un minero, podría ir más adelante a mi versión de la cadena de Bitcoin, eliminar la transacción, y enviar la cadena modificada a mis compañeros, re depositando así los bitcoins que pasé de nuevo en mi propio bolsillo.

Por lo tanto, es crucial que todos los mineros de la red Bitcoin tengan la misma copia de la cadena de bloques y que todos los cambios y transacciones sean irreversibles. “El hecho de que todos estén tocando la misma música es muy importante para que la música suene bien”, dice Stefan Thomas, desarrollador de Ripple, una moneda digital inspirada en Bitcoin.

Para mantener a todos los músicos sincronizados, el software de minería de Bitcoin hace muy costoso -en términos de poder de cálculo y, por lo tanto, de electricidad- agregar nuevos bloques y aún más caro cambiar bloques más atrás en el registro.

Cualquier minero que intente agregar un nuevo bloque también debe proporcionar una prueba criptográfica para ir junto con él. Con el fin de producir la prueba, el minero digiere el nuevo bloque a través de múltiples rondas de una función hash -un cálculo que toma un trozo de datos de longitud arbitraria y lo reduce a una cadena alfanumérica sin sentido con una longitud fija, llamada hash-. Para hacer el proceso más difícil, el algoritmo blockchain requiere que el hash resultante comience con un cierto número de ceros. La dificultad viene del hecho de que no hay manera de predecir qué hash arrojará cualquier conjunto dado de datos, y así los mineros ejecutan el cálculo una y otra vez en sus bloques validados, cada vez que insertan un número al azar en el conjunto de datos. Cuando se cambia ese número, se obtiene un nuevo resultado. La función se concluye cuando por fin los mineros obtienen el número correcto de ceros.

El primer minero que encuentra un hash satisfactorio, anuncia el nuevo bloque a los otros mineros, que lo comprueban y lo añaden a la versión completa de la cadena de bloque que están alojando en sus computadoras. Para realizar todo este trabajo, los mineros recaudan una recompensa de bitcoins recién acuñados así como el honorario de la minería, que los usuarios voluntariamente elijen en sus transacciones con la esperanza de figurar a la cabeza de la operación.

Debe pensarse el hashing como una forma de cerrar los bloques en una cadena. Suponga usted que tiene un candado que requiere una llave para cerrar, y tiene una pila enorme de llaves a su disposición, pero usted no sabe cuál de éstas trabajará adecuadamente. Se tiene que probar una por una. Cuando finalmente se encuentra la llave correcta, se queda en la cerradura para que cualquiera pueda comprobar que es el ajuste correcto.

Teóricamente, este trabajo y la recompensa que reciben los mineros actúan como incentivos para el buen comportamiento. Los mineros Bitcoin están fuertemente invertidos en la red que sirven, tanto en la electricidad que consumen como en el hardware que compran. Por lo tanto, se espera que carezcan del incentivo de dañar la moneda en alguna forma, incluso tomando cualquier acción (como el doble-gasto), que podría poner en duda la integridad de Bitcoin y devaluar la moneda.

Tales ataques son desincentivados aún más, porque el costo de cambiar el contenido de los bloques antiguos se agrava por cada nuevo bloque que se agrega a la cadena. Cuando se hace un nuevo bloque, contiene el hash del anterior. Cualquier cambio en los bloques antiguos resultará en hashes no válidos para todos los bloques subsiguientes. Por lo tanto, es imposible insertar modificaciones falsas en un bloque anterior sin tener que repetir todo el trabajo que se realizó después de ese bloque. En esa analogía de la cerradura, es como si el diseño para la cerradura en el extremo de la cadena dependiera de todas las cerraduras que vinieron antes de él. Así que cambiar una cerradura en el centro de la cadena de bloque significa tener que encontrar nuevas claves para cada bloque posterior.

Bitcoin “disuade a las partes que se portan mal, porque el daño que una parte que se comporta mal puede limitarse a la cantidad de poder [computacional] que tiene”, dice Emin Gün Sirer, codirector de la Iniciativa para la Criptografía y Contratos de la Universidad de Cornell (IC3).

Al obligar a los mineros a proporcionar pruebas costosas y luego recompensarlos por su trabajo, Satoshi creó la primera moneda digital de peer-to-peer viable. Pero también resolvió un problema más general que había fastidiado a los científicos de la computación durante décadas: el consenso. Bitcoin nunca ha sido desconectado durante un período sustancial de tiempo que data de los últimos ocho años, porque incentiva de manera fiable a una red de participantes (cierto, potencialmente deshonestos) a procesar transacciones y asegurar una versión única de esos eventos. El resultado es una cadena cada vez mayor de datos, misma que cualquier persona con una conexión a Internet puede inspeccionar y agregar, y que ha demostrado ser notablemente impermeable al ataque.

¿Cómo utilizar el blockchain para hacer otras cosas?

Ilustración: Nicholas Little

Resulta que tal sistema puede ser útil para mucho más que sólo dinero. Casi tan pronto como Bitcoin debutó, la gente comenzó a imaginar qué otros tipos de aplicaciones podría ejecutar en una cadena de bloques, y así se generalizó la tecnología. Cuando los mineros validan las transacciones, realmente están ejecutando pequeños programas que procesan los datos y ofrecen un pulgar hacia arriba o un pulgar hacia abajo en la solicitud de transacción. Pero ¿y si pudieran ejecutar programas más complejos, como el software para una red de medios sociales? ¿Y si la cadena de bloques se usara para representar datos que no sean simples transacciones monetarias, como mensajes en un foro en línea?

Aunque estas ideas estaban alrededor de la creación de Bitcoin, tomarían varios años hasta que un estudiante de 19 años de ciencias de la computación, en Toronto, las empezó a hacer populares. En 2013, Vitalik Buterin ideó una cadena de bloques completamente nueva llamada Ethereum. El objetivo de Ethereum era tomar lo que Bitcoin había hecho como moneda y expandirlo a otros reinos.

Como Bitcoin, Ethereum utiliza una cadena de bloques que tiene su propia moneda, llamada Ether. A diferencia de Bitcoin, Ethereum utiliza transacciones que son miniprogramas, llamados contratos inteligentes, que pueden albergar una cantidad ilimitada de escritura compleja. Los usuarios pueden interactuar con los programas enviándoles transacciones cargadas de instrucciones, que los mineros luego procesan.

En la práctica, esto significa que cualquier persona puede incorporar un programa de software en una transacción y saber que permanecerá allí, inalterado y accesible para la vida útil de la cadena de bloque. Teóricamente, con Ethereum podrías reemplazar a Facebook, Twitter, Uber, Spotify, o cualquier otro servicio digital con nuevas versiones que serían invulnerables a censores y transparentes en sus políticas, y que podrían operar indefinidamente en ausencia de las personas que las crearon.

“Lo asombroso es que puedes poner un programa de computadora en esa red … y, al igual que Bitcoin, todo el mundo en el sistema puede establecer consenso sobre lo qué pasó exactamente y cuando sucedió… Creo que es una idea profunda”, dice Joseph Lubin, fundador de Ethereum, que ahora dirige Consensys, una incubadora de aplicaciones descentralizadas, con sede en Brooklyn.

¿Qué es un libro mayor de permisos?

Junto con los intentos de Buterin al utilizar la tecnología blockchain para fabricar una computadora de alcance mundial, otra tendencia estaba empujando la tecnología en la dirección opuesta, hacia una iteración más cerrada y controlada de la obra maestra de Satoshi. En septiembre de 2014, un grupo de instituciones financieras -incluyendo Barclays, Goldman Sachs y J.P. Morgan- formó un consorcio llamado R3, para explorar cómo las cadenas de bloque podrían mejorar la eficiencia de los pagos entre bancos. [Para ver hasta dónde ha llegado esto, lea “Wall Street Firms to Move Trillions a Blockchains en 2018“, en IEEE Sprectrum].

Las instituciones no tardaron en darse cuenta de que la estructura abierta de cadenas de bloque como Bitcoin y Ethereum iban en contra de sus necesidades. La preocupación primordial fue el anonimato de los usuarios, quienes en cadenas de bloque abiertas están representados por direcciones públicas alfanuméricas, sin proporcionar ninguna indicación de sus identidades del mundo real. Las leyes bancarias en los Estados Unidos y en otras partes prohíben ese anonimato. “Tenemos que saber particularmente quiénes son nuestros participantes y contrapartes en estas plataformas”, dice Tim Swanson, director de investigación de mercado de R3.

Las instituciones financieras también están legalmente obligadas a proteger los datos de los clientes y controlar sus bienes y datos exportados a través de líneas nacionales o regionales. Dado que los bloques públicos replican todo el registro de transacciones en todos los ordenadores de la red, es imposible restringir la cadena de custodia mientras se usa.

Así nació el enfoque de “Libro Autorizado” para la tecnología de bloques. En un libro contable autorizado se conoce la identidad de las personas que añaden bloques, y los datos en el sistema sólo son visibles por partes seleccionadas. Debido a que el derecho a crear nuevos bloques es asignado por las personas que ejecutan el código en lugar de basarse en una lotería, no hay necesidad de emplear la minería de prueba de trabajo o realizar una criptoconversión para pagarla.

 

Este tipo de sistema está destinado a ser utilizado en situaciones en las que todos los participantes en una cadena de bloques ya tienen un pequeño grado de confianza entre ellos, pero quieren simular los servicios de un tercero neutral, como podría ser el caso con los bancos al establecer transferencias internacionales.

 

El año pasado, R3 -que recientemente recaudó 107 millones de dólares de 40 instituciones- lanzó su primer libro de pedidos autorizado: Corda. Y Corda ya tiene un competidor: J.P. Morgan, que dejó el consorcio R3 en la primavera pasada, para lanzar su propio libro mayor autorizado, llamado Quorum.

 

El enfoque del libro de permisos también se ha extendido más allá de los bancos a otras industrias que se encuentran sirviendo como guardianes de los datos confidenciales de los clientes. Muchos de estos proyectos se construyen con herramientas proporcionadas por Hyperledger, un proyecto de código abierto alojado en la Fundación Linux y respaldado por grandes empresas tecnológicas. Hyperledger está construyendo productos para empresas que quieran trabajar con contratos inteligentes, pero permanecen renuentes a abrazar bloques abiertos como Ethereum y Bitcoin.

 

“La gente tiene que entender las preocupaciones reales y los requisitos regulatorios a los que entidades como los bancos, los seguros y la industria de la salud tienen que adherirse. No pueden permitirse el riesgo y la incertidumbre que introducen algunos de los sistemas abiertos “, dice Jonathan Levi, creador de Hacera, un sistema de control de acceso y control para cadenas de bloque.

 

¿Cómo van a funcionar en realidad los contratos inteligentes?

Independientemente de qué tipo de blockchain predomine al final, los contratos inteligentes que se ejecutarán dentro del mismo requerirán de una variedad de tecnologías de apoyo. Esas tecnologías se están desarrollando ahora, sin mucha publicidad, a la sombra del carnaval blockchain. Y serán absolutamente cruciales para la expansión de la tecnología blockchain.

 

“Una vez que tienes contratos inteligentes, surgen toda una serie de problemas”, dice Ari Juels, codirector del IC3 de Cornell University. Esos problemas caen en un par de categorías.

 

Por una parte, blockchain no puede almacenar muchos datos. Eso va a ser un problema para los muchos proyectos que, por ejemplo, se proponen transmitir en video en vivo. A través de la cadena de bloques, no hay dónde colocar el contenido del video.

 

La cadena de bloques Bitcoin registra las entradas y salidas de cada moneda en la red, así como el contenido de un campo adicional que permite hasta 40 bytes de metadatos por transacción. Eso es todo.

 

Otro problema que se deriva de colocar contratos en blockchain es que las cadenas de bloque por sí mismas no saben qué está pasando en el mundo real. Eso es un problema en sí. Pensemos en un contrato inteligente que es un sistema de seguro de vuelo, porque necesita saber cuándo su vuelo realmente despega y aterriza. Los blockchains no fueron diseñados para consultar sitios web. “Cualquier cosa que aprendan sobre el mundo exterior tiene que ser inyectada en ellos”, dice Juels de IC3.

 

Idealmente, los desarrolladores diseñarán esquemas para almacenar y acceder a los datos de manera que no reintroduzcan las debilidades -la vulnerabilidad a la censura y la dependencia a seres humanos potencialmente no confiables-. Para lograrlo, los desarrolladores tendrán que considerar cuidadosamente en qué “actores de confianza” se pueden instalar.

 

El problema de almacenar datos estáticos podría resolverse con servicios de distribución compartida de archivos, como Protocols Labs’ Interplanetary Database o el sistema de almacenamiento descentralizado en la nube de Storj Labs. Estos son los sistemas que permitirían a las personas de todo el mundo alquilar espacio excedente en sus discos duros. Tales esquemas funcionarán para un sistema de contrato inteligente basado en una cadena de bloques, porque los datos se almacenarán de forma redundante en múltiples computadoras de todo el mundo y, por lo tanto, siempre estarán disponibles y serán difíciles de censurar.

 

En cuanto a la importación de datos en tiempo real en una cadena de bloques, esto podría ser manejado por lo que los desarrolladores de blockchain están llamando “oráculos”. Estos son los servicios que se pagan por consultar confiablemente fuentes de datos en tiempo real y alimentar a contratos inteligentes en la cadena de bloque.

 

En IC3, Juels ha implementado un oráculo automatizado llamado Town Crier [PDF]. Su propósito es asegurar que los datos inyectados en una cadena de bloque provengan de una fuente confiable y no hayan sido manipulados. Utiliza un “software de confianza” inmerso en los procesadores Intel. Los chips ejecutan código protegido por un escudo criptográfico, pero no dejan de proporcionar prueba de que el programa se ejecutó como se había prometido.

 

¿De dónde llega el dinero para todo este desarrollo?

Si los muchos servicios digitales en los que la sociedad moderna ha venido a confiar deben ser reconstruidos en la tecnología blockchain, entonces alguien va a tener que pagar por toda la ingeniería e investigación que tendrá que hacerse.

 

¿Cómo se obtiene el dinero para esas funciones, cuando lo que estás tratando de hacer es crear una tecnología que -si tiene éxito- destruirá los valiosos datos sobre los que muchas empresas sobreviven? Idealmente, las cadenas de bloque abiertas, como Ethereum, confían la custodia de los datos a las personas que lo crearon, dándoles la opción de elegir cómo lo comparten. En un entorno así, ya no es viable para una empresa sobrevivir a un modelo de negocio que recolecta y vende el comportamiento de navegación de su cliente, el historial de compras o los datos de ubicación. Tampoco las empresas de blockchain podrían confiar en la posesión restringida de su propiedad intelectual, ya que los programas en una cadena de bloque abierta están a disposición de todos.

 

Sin embargo, ya ha surgido un mecanismo de financiamiento potencial para los negocios basados ​​en la cadena de bloques: una nueva tendencia en el financiamiento de blockchain denominada ofertas iniciales de monedas (ICOs, en la oferta pública inicial), que se ha vuelto extremadamente lucrativa, aunque legalmente cuestionable.

 

Los grupos que optan por financiar sus proyectos con ICO diseñan sus contratos inteligentes de tal manera que un usuario debe poseer una moneda específica de la aplicación para usar la aplicación. Estos grupos crean un conjunto de monedas antes de su lanzamiento, destinadas a ser colocadas después en el mercado abierto.

 

En el mundo no digital, sería como si alguien abre una lavandería donde se pueden utilizar sólo monedas personalizadas para ejecutar las máquinas. Y así, en lugar de sólo conseguir inversores, el propietario genera un montón de monedas para vender al público, que pueden ser negociadas a precios determinados por el valor del servicio de lavandería.

 

Hasta la fecha, más de medio billón de dólares han inundado las cadenas de bloque por medio de ventas simbólicas, y los últimos meses han visto una aceleración en la tasa y el precio de las nuevas ofertas. Este mes de julio, un proyecto de blockchain denominado Tezos estableció un récord de más de 200 millones de dólares con una ICO.

 

Tales inversiones astronómicas han llevado a algunos observadores a quejarse de que hay una hipocresía sombría en este proceso. “Los empresarios de la cadena de bloques que están impulsando esos esquemas están demostrando realmente toda la codicia y avidez que atribuyen a los servicios financieros estándar” y las monedas respaldadas por el gobierno, dice Preston Byrne, cofundador de Monax Industries, una plataforma abierta para desarrolladores de cadena de bloque. “Por lo tanto, cuando el dinero comienza a fluir en su dirección, se están volviendo igualmente desatentos con el público -del cual formaron parte alguna vez-.”

 

Otros argumentan que las ICO, como una nueva modalidad de vehículo de inversión, es tan perjudicial como las solicitudes que se financian.

 

“El dinero no es la raíz de todo mal. La equidad es la raíz de todo mal “, dice Joel Monegro, quien dejó Union Square Ventures para iniciar Placeholder, un nuevo fondo dedicado exclusivamente a la tecnología blockchain.

 

Su argumento, que a menudo se repite por los líderes de startups dedicadas a blockchain, consiste en sostener que si una empresa entrega sus ganancias a fundadores y empleados, ello sólo les animará a acumular riqueza, en lugar de utilizarla para reinvertir y mejorar sus productos.

 

Una moneda específica de la aplicación, por otra parte, no es sólo un instrumento financiero sino un medio para acceder a una tecnología. Cuanto más personas utilicen el servicio tecnológico, mayor demanda habrá para la moneda emitida para acceder a ese servicio.

“Mi incentivo como empresa no es extraer más ganancias, sino obtener más uso, porque el símbolo se aprecia en valor con el uso del servicio. Incrementas los incentivos “, dice Monegro.

 

Al menos en los Estados Unidos, la borrachera de las ICO parece haber llegado a su fin. A finales de julio, la Comisión de Valores y Bolsa de Estados Unidos enfrió el escenario de las startup. Emitió una advertencia de que muchas de las ICO revisadas por el departamento caían dentro de la categoría de valores y, por lo tanto, estarían sujetas a sus reglas.

 

No obstante, una parte del tsunami de dinero en efectivo de las ICO aún permanece en la industria. Sólo el tiempo dirá si se utiliza bien.

 

“Los tiempos han cambiado, y muy rápidamente. Algunos de los primeros adoptantes, que resistieron en lo financiero hace tres y cuatro años, sin dejar de mantener sus creencias y sus monedas, están muy bien ahora “, dice Levi de Hacera. “Todavía necesitamos que Bitcoin y Ethereum operen a mayores escalas, y las empresas necesitan descentralizarse más y asegurar sus datos confidenciales. Ahora nos enfrentamos a un nuevo y diferente tipo de desafío: dadas las enormes cantidades de dinero invertido, queda por ver cuántos veteranos y recién llegados se mantendrán fieles a la causa y seguirán trabajando para cambiar el mundo con la tecnología que de hecho arribó con ellos”.

 

[Traducción: Carlos Macías]

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